3 de septiembre de 2012

Reconocer en tus ojos que eras el amor de mi vida fue automático.



Quería tener la capacidad de poder enumerar la cantidad infinita de cosas que aprendí con y de ti en estos años. Quería poder compararme como era antes de conocerte y como soy ahora, pero me es imposible, porque no soy la misma persona. Quería poder decir la cantidad de cosas que veniste a cambiar a mi vida, pero pasaría el resto de mi vida enumerándolas una por una. Quería poder explicarte con exactitud cuanto es que te amo, y darte las gracias una y otra vez, pero absolutamente todo quedaría chico. La vida me sorprendió contigo de un modo increíble y me hizo comprender que lo mejor aparece cuando uno no lo esperas, y yo no te esperaba, no te buscaba simplemente se dio de una manera exacta, y de una forma perfecta, todo se formo de la forma justa en la que lo necesitábamos. Un 28 de septiembre el mundo conspiro a nuestro favor, al fin llego el día y el momento en que todo coincidió, como si alguien así lo hubiese querido, todo encajo perfecto como si estuviese todo premeditado. Quien lo diría de la nada apareciste y me empezaste a regalar los mejores años de mi vida. Lo que crecí a tu lado, no lo podría haber hecho sin ti.

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