Reconocer en tus ojos que eras el amor de mi vida fue automático.
Quería tener la capacidad de poder enumerar la cantidad infinita de cosas que aprendí con y de ti en estos años. Quería poder compararme como era antes de conocerte y como soy ahora, pero me es imposible, porque no soy la misma persona. Quería poder decir la cantidad de cosas que veniste a cambiar a mi vida, pero pasaría el resto de mi vida enumerándolas una por una. Quería poder explicarte con exactitud cuanto es que te amo, y darte las gracias una y otra vez, pero absolutamente todo quedaría chico. La vida me sorprendió contigo de un modo increíble y me hizo comprender que lo mejor aparece cuando uno no lo esperas, y yo no te esperaba, no te buscaba simplemente se dio de una manera exacta, y de una forma perfecta, todo se formo de la forma justa en la que lo necesitábamos. Un 28 de septiembre el mundo conspiro a nuestro favor, al fin llego el día y el momento en que todo coincidió, como si alguien así lo hubiese querido, todo encajo perfecto como si estuviese todo premeditado. Quien lo diría de la nada apareciste y me empezaste a regalar los mejores años de mi vida. Lo que crecí a tu lado, no lo podría haber hecho sin ti.
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